Stephanie Reed, 5 nov. 1985
Esquivando el celaje de mis pasos
Con la garganta devorada
Como la noche más obsesiva de la historia
Sin nada
(Las velas listas, las nubes afuera
Con furia)
Llegué a ti sin nada en las manos
A sincronizar una emisora sonámbula
la más escandalosa del cuadrante
A pedir una cena de calamares vivos
A mirar tu rostro de diosa
(El mar muy cerca, incógnito
Los puertos demolidos)
Vine a arrastrarme en tu alfombra
A probar tus sillas
a sentarme en cada una de ellas por un siglo
Vine a abrir el refrigerador cien mil veces
a destapar todo el vino
(La pista del aeropuerto, con vapor
Pantanos de nostalgia)
Llegue a ti sin nada en las manos
a empuñar tu pelo de alambre
a hacerte una corona con mis diez dedos
a espigar tus escamas
a bailar dentro de tu cuerpo
a rociarme en tu sudor de océano
a adorar tus ojos de almendra entrecerrados
a columpiar tus muslos amazónicos
a encontrar la huella de tu espalda herida
a contarte la historia del mundo
a engañar tu mente galáctica
a temblar con tu temblor
a poner más sal en tu lengua
a oír tu oído
a sorber de tu trauma
a aprender tus teorías
a leer tus papeles amarillos
a pronunciar tu piel lila
a tomar un té contra la muerte
a colar un café espumoso
a abrir una fruta roja y dulce
a pedir todo lo que queda
a robar para darte
a delinquir toda la vida
A despertar antes de mañana
Esquivando el celaje de mis pasos
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Por Juan Ducasse